jueves, 10 de julio de 2014

Gallera


La gallera fue una especie de culto y de un hacer religioso, pero llegando la paz se dedican a rendirle pleitesía a la deidad divina del gallo, como la creatura más noble de la creación. Porque no puede doblar las rodillas, tiene la mirada del león, el cuello encerdado como las fieras y en las patas los cachos del toro. Como no es un animal carnicero ni un ave de rapiña, no mata por hambre sino jugándose la vida. Es el que simboliza la bravura, la generosidad y la fuerza genésica. Después del hombre y del gallo sólo el toro salvaje era digno de pisar tierra sagrada dentro de la rueda, porque hay que levantar la cabeza en alto, cargar ante el peligro y reponer a los muertos.

Fueron las galleras palenque de gladiadores donde se formaban los hombres enteros para vivir y morir de pie, donde el habla más brutal del suelo patrio se la entregan mezclada con términos militares. En este lugar aprenden a manejar las armas y a saber que la cuchilla es un miembro inseparable del cuerpo. Son verdaderos gallos de riña, a los cuales sólo los detiene el respeto a los “metanos”, jefes bandoleros que les habían enseñado a manejar las cuchillas grandes y con barajo, como si fueran alfanjes.

En las galleras aprenden que todo se hace por mano derecha: a comer rodeando un librillo (fuente de greda) grande, a tomar vino en calabazos que pasan de una mano a otra y a cantar a la rueda. En las galleras el comer, tomar y cantar se hacia a la rueda porque, sin hermanar a los hombres en todo lo que tienen de propio, y sin que contagie el roto bravo al manso para que les clave como un puñal en el corazón lo que es la valentía y las costumbres, jamás tendrán sentido de lo que es patria, serán destruidos por el coloniaje y la Independencia no sera más que un lindo sueño.



“CHILENA O CUECA TRADICIONAL”
Samuel Claro Valdés, Carmen Peña Fuenzalida
y Maria Isabel Quevedo Cifuentes
Ediciones Universidad Católica de Chile. Pág. 166

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