“El folclor, lo folclórico y el folclorista” (José
Gutiérrez, 2015)
En muchas ocasiones, el lenguaje
de alguna forma nos traiciona, he pensado en el cuidado de las palabras, porque
a veces se arma una confusión que más bien entorpece el entendimiento en vez de
fundamentarlo. En conversaciones y reflexiones, me aparecieron estas tres
preguntas; el folclor, lo folclórico y el folclorista. Creo tener una respuesta
en base a poder diferenciarlos.
Anteriormente ya he ahondado en
lo qué me parece reconocer como folclor, aunque quisiera defender con mucha
mayor claridad esta postura. Usando las palabras de Patricia Chavarría,
comparto que el folclor es el conjunto de respuestas estéticas, espirituales,
prácticas de la humanidad, que se han mantenido durante el tiempo, y que por lo
tanto son parte de nuestra tradición cultural (1). Cuando nos imaginamos el folclor, es recurrente que
siempre venga a nuestra memoria lo rural, lo campesino. Tampoco es trivial que
así lo imaginemos. Cuando buscamos estas respuestas que se han mantenido
durante el tiempo, vamos a buscar inevitablemente el origen, y el origen de
nuestras razones se fundamenta en necesidades, en lo mínimo y en lo esencial
para vivir, por eso lo relacionamos al campo, es la tierra nuestra base y
sustento de la vida. Sin embargo, la historia de la humanidad no se limita solo
a la tierra, somos una sociedad cambiante y deseosa por cambiar. La humanidad
es curiosa y siempre querrá conocer más allá de sus límites. Reconociendo eso,
podemos acordar que la gente también decidió salir de los campos y construir
ciudades, vivir con otras necesidades y otras realidades, y entonces también ha
tenido otras respuestas que ha mantenido durante el tiempo, donde el dinero, el
poder y la conquista han influido profundamente en nuestra sociedad, sobretodo
nuestra sociedad latinoamericana. Quiero decir con esto, que el folclor no solo
es la imagen del campesino arando la tierra, también lo puede ser el obrero de
la construcción que trabaja en los edificios más altos de la ciudad, o la dueña
de casa que tiene sus plantas en maceteros, porque ya no tiene mucho terreno en
la población donde vive. Lo importante de entender esto, es que el folclor es el
“saber del pueblo” (2) y es
parte de una tradición cultural, es el valor de reconocernos, de identificarnos
ante los demás, es por lejos nuestro Patrimonio Intangible.
Anoto lo folclórico, porque me
parece adecuado usar este término que también es parte del lenguaje de los
grupos. Tanto los conjuntos, los ballet, los grupos de baile, de danza, coros,
intérpretes y demás. Son parte de una representación que observa, toma y
muestra hechos, situaciones y pensamientos del folclor, o en algunas ocasiones
reconocidos como “proyección folclórica” (3). Aquellos que han apostado por lo folclórico,
son aquellos que consideran que existe un valor en nuestras tradiciones, y que
por lo tanto deben ser expresadas de alguna manera, dependiendo del lenguaje
con el que cada uno estime correcto. Sin embargo, de ninguna forma debemos
reconocerlo como folclor, porque de ser así, llegaríamos a pensar que lo que
ellos nos muestran pueden reemplazar nuestras tradiciones. Considero que los
grupos folclóricos son un aporte valioso para mantener la cuestión del folclor
siempre como una preocupación de nuestra identidad, pero que en su expresión no
va el contexto, ni la necesidad, ni la espiritualidad de las realidades que se
intentan exponer. Dependiendo de la responsabilidad, del trabajo de
investigación y muchas otras tareas concernientes, se logra este acercamiento
al folclor, aunque creo que debe referirse a ellos por cosas separadas, donde
lo folclórico dependerá siempre del folclor, y nunca debe alejarse de la visión
original, porque si continuamos distorsionando estas expresiones, las futuras
generaciones usarán las bases de expresiones deformadas y superficiales, ya que
no tienen el sentido a las respuestas que ha mantenido la humanidad durante el
tiempo, nuestro conocimiento.
Entrando al ámbito del
folclorista, pienso que muchas veces sólo lo limitan a la persona que
interpreta las expresiones folclóricas. Espero dar aquí una característica
más reflexiva y acabada del folclorista. Considero que no solo es un intérprete,
sino que además debe tener la prolijidad de un investigador. Pienso que
primeramente es aquella persona que toma conciencia del valor por lo propio y
característico de nuestro pueblo, y que luego en su afán por difundir ese
valor, es capaz de encontrar, crear y manifestar las expresiones de un lenguaje
para que pueda ser reconocido por todos. No resulta tan sencilla esta labor,
cargan con una tremenda responsabilidad, por eso quiero ser bien estricto en
el uso de esta palabra, porque se debe reconocer este trabajo y se debe diferenciar
de los falsos folcloristas, donde lamentablemente proliferan gracias al
respaldo de varias autoridades, que tienden a confundir a la gente llenando de escenarios de
conocimiento vacío, reconociendo siempre que el espectáculo es el verdadero
valor que debemos preservar. Es fácil ensuciar nuestro patrimonio, cuando el
objetivo de su valor es la recaudación de dineros. Hay muchos folcloristas,
investigadores y profesores trabajando con seriedad y sabiendo que su labor
debe ser lo más apegada a la realidad, porque de ellos dependerá el que siga
continua nuestra cadena de conocimiento, muchos de ellos han realizado sus
labores de forma silenciosa, y en pocas ocasiones con el apoyo de nuestras
instituciones. Espero con esto manifestar mi preocupación e invitación a que
todos seamos consientes de nuestras realidades, la riqueza de nosotros mismos
está en nosotros mismos, y a diferencia de muchas otras profesiones, esta es
exclusiva del pueblo.
(1) Entrevista
realizada por el Conjunto Kiñewen a Patricia Chavarría el día 18 de octubre de
2014. Es directora del Archivo de Cultura Tradicional de Artistas del Acero, la
entrevista se realizó en Concepción.
(2) "Programa
de la Sociedad de Folklore Chileno", Rodolfo Lenz, 1909, pág. 9.
(3)
"Enciclopedia del Folclore de Chile",
Manuel Dannemann, Editorial Universitaria, 1998, pág. 17.