jueves, 30 de abril de 2015

El folclor, lo folclórico y el folclorista

“El folclor, lo folclórico y el folclorista” (José Gutiérrez, 2015)

En muchas ocasiones, el lenguaje de alguna forma nos traiciona, he pensado en el cuidado de las palabras, porque a veces se arma una confusión que más bien entorpece el entendimiento en vez de fundamentarlo. En conversaciones y reflexiones, me aparecieron estas tres preguntas; el folclor, lo folclórico y el folclorista. Creo tener una respuesta en base a poder diferenciarlos.

Anteriormente ya he ahondado en lo qué me parece reconocer como folclor, aunque quisiera defender con mucha mayor claridad esta postura. Usando las palabras de Patricia Chavarría, comparto que el folclor es el conjunto de respuestas estéticas, espirituales, prácticas de la humanidad, que se han mantenido durante el tiempo, y que por lo tanto son parte de nuestra tradición cultural (1). Cuando nos imaginamos el folclor, es recurrente que siempre venga a nuestra memoria lo rural, lo campesino. Tampoco es trivial que así lo imaginemos. Cuando buscamos estas respuestas que se han mantenido durante el tiempo, vamos a buscar inevitablemente el origen, y el origen de nuestras razones se fundamenta en necesidades, en lo mínimo y en lo esencial para vivir, por eso lo relacionamos al campo, es la tierra nuestra base y sustento de la vida. Sin embargo, la historia de la humanidad no se limita solo a la tierra, somos una sociedad cambiante y deseosa por cambiar. La humanidad es curiosa y siempre querrá conocer más allá de sus límites. Reconociendo eso, podemos acordar que la gente también decidió salir de los campos y construir ciudades, vivir con otras necesidades y otras realidades, y entonces también ha tenido otras respuestas que ha mantenido durante el tiempo, donde el dinero, el poder y la conquista han influido profundamente en nuestra sociedad, sobretodo nuestra sociedad latinoamericana. Quiero decir con esto, que el folclor no solo es la imagen del campesino arando la tierra, también lo puede ser el obrero de la construcción que trabaja en los edificios más altos de la ciudad, o la dueña de casa que tiene sus plantas en maceteros, porque ya no tiene mucho terreno en la población donde vive. Lo importante de entender esto, es que el folclor es el “saber del pueblo” (2) y es parte de una tradición cultural, es el valor de reconocernos, de identificarnos ante los demás, es por lejos nuestro Patrimonio Intangible.

Anoto lo folclórico, porque me parece adecuado usar este término que también es parte del lenguaje de los grupos. Tanto los conjuntos, los ballet, los grupos de baile, de danza, coros, intérpretes y demás. Son parte de una representación que observa, toma y muestra hechos, situaciones y pensamientos del folclor, o en algunas ocasiones reconocidos como “proyección folclórica” (3).  Aquellos que han apostado por lo folclórico, son aquellos que consideran que existe un valor en nuestras tradiciones, y que por lo tanto deben ser expresadas de alguna manera, dependiendo del lenguaje con el que cada uno estime correcto. Sin embargo, de ninguna forma debemos reconocerlo como folclor, porque de ser así, llegaríamos a pensar que lo que ellos nos muestran pueden reemplazar nuestras tradiciones. Considero que los grupos folclóricos son un aporte valioso para mantener la cuestión del folclor siempre como una preocupación de nuestra identidad, pero que en su expresión no va el contexto, ni la necesidad, ni la espiritualidad de las realidades que se intentan exponer. Dependiendo de la responsabilidad, del trabajo de investigación y muchas otras tareas concernientes, se logra este acercamiento al folclor, aunque creo que debe referirse a ellos por cosas separadas, donde lo folclórico dependerá siempre del folclor, y nunca debe alejarse de la visión original, porque si continuamos distorsionando estas expresiones, las futuras generaciones usarán las bases de expresiones deformadas y superficiales, ya que no tienen el sentido a las respuestas que ha mantenido la humanidad durante el tiempo, nuestro conocimiento.

Entrando al ámbito del folclorista, pienso que muchas veces sólo lo limitan a la persona que interpreta las expresiones folclóricas. Espero dar aquí una característica más reflexiva y acabada del folclorista. Considero que no solo es un intérprete, sino que además debe tener la prolijidad de un investigador. Pienso que primeramente es aquella persona que toma conciencia del valor por lo propio y característico de nuestro pueblo, y que luego en su afán por difundir ese valor, es capaz de encontrar, crear y manifestar las expresiones de un lenguaje para que pueda ser reconocido por todos. No resulta tan sencilla esta labor, cargan con una tremenda responsabilidad, por eso quiero ser bien estricto en el uso de esta palabra, porque se debe reconocer este trabajo y se debe diferenciar de los falsos folcloristas, donde lamentablemente proliferan gracias al respaldo de varias autoridades, que tienden a confundir  a la gente llenando de escenarios de conocimiento vacío, reconociendo siempre que el espectáculo es el verdadero valor que debemos preservar. Es fácil ensuciar nuestro patrimonio, cuando el objetivo de su valor es la recaudación de dineros. Hay muchos folcloristas, investigadores y profesores trabajando con seriedad y sabiendo que su labor debe ser lo más apegada a la realidad, porque de ellos dependerá el que siga continua nuestra cadena de conocimiento, muchos de ellos han realizado sus labores de forma silenciosa, y en pocas ocasiones con el apoyo de nuestras instituciones. Espero con esto manifestar mi preocupación e invitación a que todos seamos consientes de nuestras realidades, la riqueza de nosotros mismos está en nosotros mismos, y a diferencia de muchas otras profesiones, esta es exclusiva del pueblo.

(1)    Entrevista realizada por el Conjunto Kiñewen a Patricia Chavarría el día 18 de octubre de 2014. Es directora del Archivo de Cultura Tradicional de Artistas del Acero, la entrevista se realizó en Concepción.
(2)     "Programa de la Sociedad de Folklore Chileno", Rodolfo Lenz, 1909, pág. 9.
(3)    "Enciclopedia del Folclore de Chile", Manuel Dannemann, Editorial Universitaria, 1998, pág. 17.