Dos personas vestidas con traje
de bombero, donde la única diferencia es que uno es bombero. Con este ejemplo
quiero partir mi reflexión, pero no quiero enfocar la atención a si corresponde
el traje con respecto a lo que se
plantea hacer, no voy a hacer un cuestionamiento al uso, ni a la necesidad, ya
de hace mucho el hombre optó por cubrir su cuerpo del medio al que se ve
enfrentado. Mi reflexión quiere ir al origen del conflicto, de si estamos
ligados al sentido y a la razón.
Podríamos comenzar con la pobreza,
si tomamos en consideración que la pobreza no habla del dinero, el problema con
la pobreza siempre ha sido porque impide elegir. Chile fue un país pobre, donde
se tuvo que adoptar por modelos de poca elección, entonces era el Estado quien
elegía el bien del pueblo, y con ello la razón de nuestras prendas de vestir,” es lo que hay”. Hoy la realidad es muy
distinta, somos considerados un país en crecimiento económico, que junto con un
modelo de libre comercio ahora es el pueblo quien debe elegir responsablemente.
Aunque también esa elección libre es hasta cierto punto, son las grandes
multinacionales quienes nos entregan la oferta, además crean nuevas necesidades
para una sociedad consumista del cambio, donde fácilmente podemos caer en la
vanidad suelta y en la mala copia extranjera, nublarnos por la aceptación sin
cuestionarnos nada. Es aquí cuando el tema del vestir deja de ser una
necesidad, por lo que hoy el vestir se nos plantea como expresión de nuestro
pensamiento, es parte del lenguaje que usamos para comunicar.
Toda prenda de vestir tiene un
significado histórico, un uso claro del contexto donde fue creada, e
inevitablemente cada prenda carga con ese significado, no podemos cegarnos de
que todo tiene una razón, es nuestro deber tener que cuestionarnos por el
sentido que tiene para nosotros. Ciertamente podríamos tener una visión más ligera
del asunto y buscar el romanticismo de alguna representación, algo directamente
extraído de otro lugar, sin perder consciencia de su origen y de la razón de usarlo, aunque
finalmente sigue siendo una representación. Al momento que sepamos que lo que
usamos no nos pertenece y nos hace sentir ridículos, estaremos usando un
disfraz, y no voy en contra de los disfraces, yo escojo valorar el sentido de
mi vida, darle una razón, y claramente los disfraces buscan quitarle el sentido
a las cosas, aunque muchas veces nuestras decisiones puedan estar equivocadas
siempre van a ser nuestras decisiones. No me gustaría vivir en un mundo falso
sin sentido donde todos usemos caretas, hay mucha disconformidad y angustia por
querer representar algo que no somos. Voto por la razón de nuestras
consciencias expresadas en un lenguaje propio.
José Gutiérrez
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